Etapa 04. Alba de Yeltes - Ciudad Rodrigo (24,7 Km)

Todavía no cantaban los gallos y ya estábamos desayunando. Salimos del albergue de nuevo cuando todavía no había amanecido y dejamos Alba de Yeltes por la carretera que llega hasta la población de Bocacara, a la que llegamos en una hora y media.



Bocacara es la única población intermedia de esta etapa. Una gran alegría pues en las anteriores no encontramos ninguna. Decidimos pues llenar solamente una botella de un litro de agua, y os podemos asegurar que dos kilos menos en la mochila se notan.



Cruzamos el puente sobre el río Gavilanes y llenamos las botellas en una fuente. No pudimos tomar nada en el bar porque todavía no estaba abierto, por lo que hicimos un descanso a la salida del pueblo para tomar unas barritas de cereales y algunos frutos secos. Salimos poco después de este tranquilo pueblo por un bonito alcornocal



Tras 4 kilómetros entre alcornoques y encinas, nos desviamos a la derecha para poco después coger otro camino conocido como Cañada de las Vacas, que nos lleva hasta Ciudad Rodrigo. En todo momento, en el horizonte divisamos la Sierra de Francia.



Unos 3 kilómetros después, nos volvemos a desviar a la derecha para discurrir por un estrecho sendero en descenso que atraviesa la sierra de Peronilla.



Al finalizar el descenso nos cruzamos con la carretera SA-220 que nos llevaría por la derecha directamente hasta Ciudad Rodrigo. Decidimos seguir de frente por la Cañada de las Vacas, un trazado un poco más largo, pero sin asfalto ni tráfico.



Después de una hora con la vista de Ciudad Rodrigo en el horizonte, llegamos a la ermita de Nuestra Señora de la Peña de Francia y poco después fueron aparecieron las primeras casas con sus pequeñas huertas.
Entramos en Ciudad Rodrigo sobre la una de la tarde por la carretera SA-V-86, cruzamos el puente de la autovía y atravesamos la ciudad hasta llegar al recinto amurallado al cual accedemos por la puerta del Sol. 



Tras atravesar el interior de la ciudad amurallada, nos dirigimos al hostal José Mari. Una vez en la habitación y tras sacarme los calcetines, descubro dos nuevas ampollas, que se vienen a sumar a las cinco ya existentes con sus respectivos hilos colgando. Las botas me estaban recociendo los pies cada día provocando la aparición de nuevas ampollas, por lo que tras ducharnos, comer un excelente menú del día, y la consiguiente siesta reparadora, buscamos una tienda de deportes y me compré unas sandalias de trecking.
El resto de la tarde lo dedicamos a visitar con calma la ciudad y después de cenar nos retiramos a nuestra habitación a descansar.

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