Etapa 01. Salamanca - Robliza de Cojos (32,2 Km)

Llegamos a Salamanca el 15 de Agosto, festividad de la Asunción de Nuestra Señora. Después de comer y visitar la ciudad fuimos al albergue de peregrinos a registrarnos y dejar las mochilas y bordones. Después llamamos a dos amigas salmantinas que conocimos hace dos años en las últimas etapas del Camino Sanabrés, y nos pasamos las últimas horas de la tarde tomando cerveza fresquita y tapas variadas por los sitios más emblemáticos de la ciudad, hasta que nos despedimos a las diez y media en la puerta del albergue.

Dormimos en el albergue con seis peregrinos más. Cuatro que iban en bicicleta y dos a pie como nosotros. Se nota que Agosto no es un mes muy solicitado para recorrer la Vía de la Plata. A ninguno volvimos a ver, pues ellos se dirigían al norte, a Benavente, mientras que nosotros nos dirigimos al oeste, hacia Ciudad Rodrigo.

Salimos sobre las 7 y media de la mañana y desayunamos en el primer bar que encontramos abierto un energético desayuno. Cruzamos el río Tormes por su puente romano y poco después el arroyo del Zurguén. Después de un pequeño tramo urbanizado, caminamos por un camino paralelo a la carretera y nos desviamos poco después hasta llegar a las urbanizaciones de Peñasolana. A partir de ahí, caminamos durante unos kilómetros paralelos a las vías del tren, la autovía y la N-620 hasta llegar a las ruinas del puente de Calzadilla, en donde cruzamos la autovía y nos metemos de lleno en la Cañada Real de Extremadura.



El reloj marcaba las 11 de la mañana y el sol ya llevaba un tiempo calentando nuestras cabezas. A partir de aquí, nos quedaban 20 kilómetros de tranquilidad y sosiego, con las únicas referencias de los mojones de Rodillo, Carnero y El Tejado con sus correspondientes explotaciones agrarias, y la única compañía de las encinas y de aislados rebaños de vacas.


Hicimos un descanso debajo de una encina unos metros más adelante para picotear algo e hidratarnos, y una vez pasado el torreón del Tejado buscamos otra encina para descansar y comer algo de queso y salchichón con un bollo de pan.


Llegamos a Robliza de Cojos casi deshidratados a las 5 de la tarde. Los cinco litros de agua que llevábamos se nos habían acabado hacía una hora.


Nuestra primera parada fue en el bar de la piscina. Después de beber unas cervecitas e hidratar los cuerpos, salimos a buscar a Julián que apareció poco después de preguntar por el a los vecinos. Nos llevó hasta la antigua casa del médico, en donde un tatami y muchas esterillas nos brindaron el descanso esa noche. Nos duchamos en los baños de la piscina y aprovechamos para pegarnos un chapuzón. Cenamos en el bar de la piscina unas ricas tapas, compramos leche y magdalenas para el desayuno del día siguiente, y quedamos muy agradecidos con Mar y su marido por la amabilidad que nos mostraron.
Antes de ir a dormir pinché las primera ampollas que me salieron en ambas plantas de los pies y luego nos dormimos al instante, cansados como estábamos de esta primera, larga y calurosa etapa.

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