Etapa 08. Pinhel - Trancoso (30,4 Kilómetros)

Comienza nuestro octavo día de Camino a las 05:30 de la mañana (04:30 hora portuguesa). Rutina matutina. Aseo, desayuno, meter todo en las mochilas, cura de los pies y una hora más tarde salimos por la puerta del hostal.
Atravesamos Pinhel de este a oeste para salir de esta población por la carretera que llega hasta Valbom. Tras atravesar el río Ribeira da Pega, dejamos la carretera por una pista a la izquierda que nos lleva por un bosque de coníferas.


Seguimos entre pinos, cultivos y viñedos disfrutando de la fresca mañana, para en algo más de una hora llegar hasta Valbom en donde nos esperaba su puente medieval.


Nos detuvimos en un bar en donde tres paisanos tomaban café y que pronto se marcharon para iniciar sus tareas agrícolas. pedimos dos galãos (café con leche grande) y unos doces para reponer fuerzas. Salimos de la población por carretera para en 2 kilómetros desviarnos a la izquierda por una pista que nos llevaría entre arboles y más viñedos.


Después de una hora por esta cómoda pista de tierra llegamos a Póvoa de El-Rei, en donde en una pequeña plaza nos encontramos con la Fonte de Mergulho, uno de los vestigios que dejaron los romanos en esa localidad.


No llenamos las botellas en ella, pero si en una cercana, y tras ello continuamos nuestra marcha de nuevo por pista en la que empezamos a ver las primeras plantaciones extensivas de manzanos.


Tras un par de kilómetros llegamos en descenso hasta el valle de la ribeira de Massueime, en donde un bonito puente nos invita a hacer una parada. 


A partir de aquí recorremos el camino entre pequeños bosques y grandes llanos de monte bajo en donde la retama es la reina. En muchas de las pequeñas cimas se asientan enormes pedregales.
Después de una hora decidimos parar de nuevo para comer algo y descansar debajo de un enorme roble en una finca cercana al camino. A los 15 minutos paso un rebaño de cabras con un pastor alemán y un joven de unos 18 años que las guiaba. Al vernos levanto la mano y cuando le devolvimos el saludo se acercó a preguntarnos que hacíamos. Le contamos nuestra aventura y nos contó que hacía unos meses habían pasado un grupo de peregrinos marcando con setas (flechas) amarillas el camino. Hablamos sobre su pueblo, las cabras, el camino que nos quedaba... y tuvimos que despedirnos pues las cabras se le estaban desbocando y comiendo encima del muro de todas las ramas de los arboles que limitaban la finca.
Tras la pausa seguimos camino y después de una hora llegamos a la pequeña población de Ameal, en donde llenamos de nuevo las botellas y continuamos hasta llegar a Falachos.


Desde aquí iniciamos un ascenso continuo durante unos 3 kilómetros, en los que pasamos por la localidad de São Martinho, para seguir subiendo hasta divisar en la lejanía la fortaleza de Trancoso.


Sólo nos quedaba dejar la carretera por un desvío a la izquierda que en descenso nos lleva hasta el fondo del valle y vuelve a ascender hasta alcanzar las puertas de la muralla.

Atravesamos la localidad para llegar hasta el Residencial Dom Dinis, el cual nos había hecho un "pequeno desconto" al hacer la reserva por ser peregrinos, y nos aplicó otro descuento por no poder disfrutar de su estupendo pequeno almorço (desayuno) pues salíamos muy temprano al día siguiente.
Habíamos visto un pequeño restaurante en el centro con un "menu diário" bastante sugerente, por lo que después de ducharnos nos dirigimos a el. A pesar de que era un poco tarde nos atendieron de maravilla y comimos un menú del día como pocos he probado.
El resto de la tarde lo dedicamos a recorrer la ciudad que tiene mucho que ver y después de una cena ligera nos retiramos pronto para descansar.


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